Las razones del corazón…

Hermoso texto acerca de cómo la pregunta religiosa en general, y la experiencia cristiana en particular, tiene que ver con los deseos más profundos del ser humano.

[…] En el corazón del hombre una serie de exigencias que nos reclaman una respuesta cabal. No son preguntas que hayamos puesto nosotros, y no podríamos por nosotros mismos resolver, ni colmar ni calmar. La gran pregunta del corazón coincide con la felicidad: ser felices de veras. Y por eso reconocemos en nosotros un ansia de belleza, de bondad, de verdad, que realmente nos acompañen en el empeño de llegar a la felicidad para la que hemos nacido, porque así lo dejó escrito en nosotros Dios.

Camino

Cristo salió al encuentro de esas preguntas y fue contándose a sí mismo a quienes a diario le veían y le escuchaban, mientras que las cosas sucedían en la vida real con su fecha y con su domicilio: niños que juegan en la plaza, viudas que pierden a un hijo como en Naím, ladrones del prójimo con dieta, coche oficial y cargo político como Zaqueo el de Jericó, buscadores de la verdad y del sentido como Nicodemo el nocturno clandestino, mujeres de moral distraída usadas y abusadas por sus cínicos usuarios abusadores como la Magdalena, pescadores de todo pelaje que fueron llamados por el Maestro a la verdadera pesca milagrosa que es el corazón de los hombres y su embargo de felicidad, amigos entrañables como los hermanos de Betania María, Lázaro y Marta, enemigos insufribles como los fariseos, y un sinfín de unos y otros en el vaivén cotidiano de la vida misma, de la realidad.

En la calle del cada día se pasean nuestras preguntas, nos persiguen los recuerdos, ensoñamos lo que no ha llegado todavía, y entre suspiros, amores y dolores, escribimos el presente con la tinta de nuestra libertad. Lo que nos ha querido decir Jesús no es algo postizo, superfluo, ajeno a lo que cada día nos pasa. Lo que Él ha venido a contarnos, lo que Él nos ha propuesto y lo que propiamente acompaña, es algo que nos corresponde, que tiene que ver con lo que como una exigencia irrenunciable nos reclama continuamente el corazón.

Extracto de la carta "El corazón tiene razones"

de Ms. Jesús Sanz

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